miércoles, 27 de mayo de 2009

Ser o no ser


Como siempre, yo y mis manías, no soy capaz de escribir algo a menos que esté "exaltada" de alguna forma. Sí... hoy me hacía una sencilla e inocente pregunta, y he llegado a quemarme mucho por el tema al no encontrar ninguna contestación lógica. La preguntita en cuestión venía a ser algo así como:
¿Por qué narices no somos sinceros con nosotros mismos?
Nos ahorrariamos más de una llantina, borrachera, y ese laaaaargo etc que tan bien conocemos todos.
Ojalá cada uno de nosostros pudiera darse cuenta a tiempo que hay bienes más importantes que un cochazo, o una mansión de cuatro plantas. Que la finalidad de cada persona no es tener hijos y morir. Que nadie está obligado a pensar de NINGUNA forma.
Pero nada... nos encerramos en estas ideas, y en otras peores, y olvidamos ese yo que está dentro de nosotros y que nunca ha dejado de gritar sus anhelos a pleno pulmón.
¿Por qué estar con alguien a quién no quieres? ¿Por qué aprender algo que realmente no te interesa?
Que si, yo creo que hay personas que bañandose en dinero son felices... Pues oye, genial. Lo que no comprendo es que haya personas que no captan la idea de que otras sean felices saltandose ese punto, o incluso que critiquen a las personas que lo hacen.
Es triste, sí, y quizás más triste sea darle la importancia que le estoy dando yo ahora mismo. Supongo que lo más probable sea que dentro de un rato vuelva a observar con la misma objetividad de siempre, y el pequeñajo de dentro me recuerde que no merece la pena, realmente, enfadarse por las cosas que no comprendo, que siemplemente son, y que van a ser sea consciente yo o no.
A fin de cuentas, el odio engendra odio, el amor, amor(a pesar de que por la simple mención de la palabra mucha gente se lo vaya a tomar a cachondeo)
¡Pero es verdad! Hoy en día pensamos que "ser duros" es huir de cualquier tipo de positivismo, que ser el objetivo del mundo es la mayor madurez a la que podemos aspirar... Y bendita inocencia, ojalá pudieramos darnos cuenta de que es más sencillo poner morros y fruncir el ceño, que sonreir y buscar las mil y una alternativas que a cada momento se nos presentan.
Y, a pesar de todo, no quiero criticar a nadie, ni denunciar ninguna situación... supongo que las cosas irán llegando. De momento, para aquellos que me lean e intenten comprenderme, me gustaría lanzar el consejo de que ante todo disfruten, que sean lo que ellos quieran ser con todas sus fuerzas, ya sea un presidento, o el más astuto ladrón de bancos. No hay prisa. Hay demasiado que ser, que ver, que experimentar, como para poder tocar el límite a la primera de cambio.

sábado, 23 de mayo de 2009

Cambios

¿Cambiar?
Ya, bueno... Ojalá pudieramos entender lo complicada que es esta palabra en sí. Podemos cambiar de ropa, de música, podemos cambiar nuestra forma de hablar, de movernos, de puntos de vista. ¿Pero y el cambiarnos a nosotros mismos? Eso me temo que es otro mundo a parte. Al fin y al cabo,
¿alguien de verdad es capaz de cambiar lo que es, esa esencia que le hace ser lo que es? Quizás todos los ejemplos que he expuesto antes no sean más que disfraces para el yo inmutable que se esconde detrás del telón.
De todas formas siempre queda la ilusión de conseguirlo, y heme aquí, la gran defensora de esa frase que decía que si quieres algo de verdad, siempre es posible. Que bueno, aquí interviene eso de aparentar querer algo para que esos terceros malpensados y conspiradores no te tomen por una mala persona. "Si, si, yo quiero ser tal o cual", tristes formas de engañarnos a nosotros mismos, al fin y al cabo.
Una vez escuché que cada uno es ni más ni menos que lo que quiere ser. Claro, así en seco a muchas personas le sonará a burrada rotunda. Yo no lo veo tan lejos de la realidad... Pero claro, ahí está la voluntad, las "verdaderas ganas", que como siempre se ha dicho... "por querer..."
Sí, creo que eso del cambio es complicado, y más teniendo en cuenta esa ironía de que todos queremos ser siempre lo que precisamente menos somos. Quizás por eso mismo he aprendido a apreciar a las personas que se quieren y se aceptan como son (que existen, que existen...), aunque no por ello sean muy bien vistas por los demás.
También hay personas más reacias al cambio, creo... He conocido gente que no deja de tropezarse una y otra vez con la misma piedra, y posiblemente aun no se hayan, ni se vayan a dar cuenta en un buen tiempo, del pequeño obstáculo. Y por el contrario, gente que con mirar a la otra persona caer y caer, ya supieron asumir la moraleja del asunto, saltar el bache, y aplicarse el cuento a sus vidas.
En fin... quizás es momento de dejar de irse por las ramas, porque me temo que ya estoy desvariando un poco con el asunto. Lo único que intentaba decir, en definitiva, es eso que ya he comentado antes, todos y cada uno de nosotros estamos preparados para ser lo que queramos ser, siempre que, valga la redundancia, ¡queramos de verdad!
Y sobre todo, antes de pensar en lo que quieres ser, en lo que podrías ser, date cuenta de quien eres, porque creo que cada persona tiene algo que la hace especial, distinta, y muchas veces el miedo a conocernos a nosotros mismos nos lleva en una búsqueda desesperada de esos espejismos que mencionaba al principio.


Pd: ¿Más cambios?... quizás mejor seguir con mis poemas de toda la vida, ¡que es menos complicado que esto!

martes, 12 de mayo de 2009

Un breve paseo lejos de mí

¿Y ahora como se cual es la postura adecuada?
¿Donde está la lente que me permita ver claro todo esto?

Todos tenemos derecho a sacar nuestra fiereza humana alguna vez, a perdernos en esta marea borrosa. Hoy me toca a mí. Me toca bajar y ser consciente de mi cuerpo, de mis manos, de abrir los ojos a la desolación y el silencio. Me toca perder la ilusión por unos momentos, olvidarme de todo y de todos y sentir la rabia recorrer mis venas hacía arriba y hacía abajo. Sentir el egoísmo penetrante del que no ha aprendido a vivir el presente dentro de sí mismo.


...Perderme...


Condenar, dividir, bajar a lo más hondo de mí misma, a lo más sucio e incomprensible y estallar con todo ello. Gritar que sigo siendo todas la noches que se quedaron atrás, agarrarme a un recuerdo ardiente y afilado y aullar palabras que no podrán ser comprendidas por nadie más que yo.


Yo. Yo. Yo. Y repudiar todo lo que no tenga que ver con esa palabra. Incluir e ese yo todas las cosas que no volverán.










¿Y luego?

Más tarde respiraré despacio, arrastraré el saco de mis emociones hasta esta habitación y volveré a quitar el lazo que anudé por error. Recordaré que no tiene sentido esta lucha contra el pasado, escucharé aquella canción que me devuelve al palacio de cristal...Y aunque jamás sea capaz de arrepentirme por ese lado tan humano que a veces se apodera de mí, volveré a encontrarme, a lo auténtico. Esa esencia que no puede ser borrada.





Y, joder, no me lleves a tu mundo de nuevo, no para enseñame a odiarte...