viernes, 24 de junio de 2011

Danse macabre

 
Como el rey que cae
ante los dedos del pánico,
un ejército de gaviotas origina el huracán,
rezando los débiles muñecos
y entornando el crujido de los ojos de barro.
La danza nunca dejó de existir,
inclinando al hombre hinchado de ropas,
bajo la ternura del abrazo cadavérico.
Alfil erguido consiente la sacudida,
la manzana el mordisco,
y la palidez del suelo besa los labios.
Adornando la oscura sonrisa,
el baile de los círculos sin centro.
Quedando Fortuna,
segando con sus palmas
reverencias atónitas
y las últimas pisadas furtivas.

1 comentario:

Salva dijo...

Tenemos que volver a jugar al ajedrez ;)