viernes, 24 de junio de 2011

Danse macabre

 
Como el rey que cae
ante los dedos del pánico,
un ejército de gaviotas origina el huracán,
rezando los débiles muñecos
y entornando el crujido de los ojos de barro.
La danza nunca dejó de existir,
inclinando al hombre hinchado de ropas,
bajo la ternura del abrazo cadavérico.
Alfil erguido consiente la sacudida,
la manzana el mordisco,
y la palidez del suelo besa los labios.
Adornando la oscura sonrisa,
el baile de los círculos sin centro.
Quedando Fortuna,
segando con sus palmas
reverencias atónitas
y las últimas pisadas furtivas.

jueves, 9 de junio de 2011

Sujeto ese segundero que expia,
por no alargar un adiós tan puro.
Y olvido el límite entre calma y asfixia.
Aún así las advertencias
continúan clavadas en estas paredes blancas.
En estos monitores blancos.
En esta tranquila desesperación incolora.

Y me gritan desde la habitación
millones de personas que murieron
hablando sin saber qué decían.
Millones de personas pidiendo un oído sediento.
No puedo abrazar a todas esas palabras...
Ignorantes se llenan de ruido
en este escondite del silencio.

Y el reloj sigue marcando
las once cuarenta y cinco.
El segundero muriendo estoicamente.
Y yo agazapada, con la idea de que este poema
jamás tuvo un presente.

miércoles, 1 de junio de 2011

Hoy,
escribo este verso
que vi colgando de tus labios.
La habitación es el centro,
un Delfos de andar por casa
que te evoca.

Y escribo este verso
por si no puedes encontrarlo
entre toda tu velocidad.
Las palabras son el único amigo,
y pierdo el tiempo respirando
todo el oxigeno que olvidas.

Te escribo este verso
por si dejaste a Poesía
en la parte trasera del coche.
Si por descuido has perdido
todos los significados de Vivir.

Camino hacía atrás en los siglos,
busco unos ojos antiguos,
una música que haga desaparecer.
Te regalo este verso,
esta corteza de sensación fugaz.
Dentro quedo vacía,
con el Todo,
para que me mires
en la transparencia.