
Como siempre, yo y mis manías, no soy capaz de escribir algo a menos que esté "exaltada" de alguna forma. Sí... hoy me hacía una sencilla e inocente pregunta, y he llegado a quemarme mucho por el tema al no encontrar ninguna contestación lógica. La preguntita en cuestión venía a ser algo así como:
¿Por qué narices no somos sinceros con nosotros mismos?
Nos ahorrariamos más de una llantina, borrachera, y ese laaaaargo etc que tan bien conocemos todos.
Ojalá cada uno de nosostros pudiera darse cuenta a tiempo que hay bienes más importantes que un cochazo, o una mansión de cuatro plantas. Que la finalidad de cada persona no es tener hijos y morir. Que nadie está obligado a pensar de NINGUNA forma.
Pero nada... nos encerramos en estas ideas, y en otras peores, y olvidamos ese yo que está dentro de nosotros y que nunca ha dejado de gritar sus anhelos a pleno pulmón.
¿Por qué estar con alguien a quién no quieres? ¿Por qué aprender algo que realmente no te interesa?
Que si, yo creo que hay personas que bañandose en dinero son felices... Pues oye, genial. Lo que no comprendo es que haya personas que no captan la idea de que otras sean felices saltandose ese punto, o incluso que critiquen a las personas que lo hacen.
Es triste, sí, y quizás más triste sea darle la importancia que le estoy dando yo ahora mismo. Supongo que lo más probable sea que dentro de un rato vuelva a observar con la misma objetividad de siempre, y el pequeñajo de dentro me recuerde que no merece la pena, realmente, enfadarse por las cosas que no comprendo, que siemplemente son, y que van a ser sea consciente yo o no.
A fin de cuentas, el odio engendra odio, el amor, amor(a pesar de que por la simple mención de la palabra mucha gente se lo vaya a tomar a cachondeo)
¡Pero es verdad! Hoy en día pensamos que "ser duros" es huir de cualquier tipo de positivismo, que ser el objetivo del mundo es la mayor madurez a la que podemos aspirar... Y bendita inocencia, ojalá pudieramos darnos cuenta de que es más sencillo poner morros y fruncir el ceño, que sonreir y buscar las mil y una alternativas que a cada momento se nos presentan.
Y, a pesar de todo, no quiero criticar a nadie, ni denunciar ninguna situación... supongo que las cosas irán llegando. De momento, para aquellos que me lean e intenten comprenderme, me gustaría lanzar el consejo de que ante todo disfruten, que sean lo que ellos quieran ser con todas sus fuerzas, ya sea un presidento, o el más astuto ladrón de bancos. No hay prisa. Hay demasiado que ser, que ver, que experimentar, como para poder tocar el límite a la primera de cambio.