martes, 29 de noviembre de 2011

¿Qué me intentas decir?
El amargor gotea por los cuadros,
y la piel intenta despedirse del cuerpo.
¿Qué es, qué sucede?
Te niegas a moverte,
ni siquiera puedes cumplir tus antiguas rutinas,
me cargas de amargor por dentro.
¿Es por una mujer, que supuras cansancio?
mira en qué te has convertido.
Todas las palabras son ácidas,
las personas ahora inducen pacífica violencia,
¿acaso empiezas a aceptar aquello que prohibimos?
No son los lazos con el mundo
resistentes como el aire.
Pero te niegas a la opción de la descordura,
y ahora el recuerdo, maldito,
te está hundiento en la fría tierra.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El caballero se inclina sobre su rodilla con elegancia
y la mira directamente a los ojos, es asqueroso,
pero están a punto de besarse.
Parece lodo, goteando de sus guantes plateados,
y su gesto se está derritiendo por la barbilla.
La sensación es la de un agujero negro dentro del pecho,
que se expande mientras se traga todo lo demás.
Sujeto mi cabeza con ambas manos, no quiero mirar,
y no puedo evitar entreabrir los dedos.
Un lado de mi boca se eleva creando la expresión del asco,
y algo en mí se queda solo y escribe en un muro “eres hielo”
Ilusa ilusa, qué haces, ¿no ves los colmillos del lobo?
Pero yo no tengo derecho a arrancar las ropas
del monstruo amado.
La está abrazando con sus pegajosas extremidades,
su aliento araña su rostro.
Mi máscara no engaña a la piel que hay debajo,
la nada se está tragando todo, el escenario está en tinieblas.
No hay un Archive que rescate y corro a detener la tragedia
antes de descubrir la tristeza abarcando el cielo.
Debajo de su capa las garras sujetando sus caderas,
sus piernas deformes pegándose a ella.
Un resplandor toma el nombre de la rabia,
y la espada atraviesa el cuerpo de la criatura despreciable.

Ha caído una capa vacía, jamás existió la criatura,
yo sujeto el arma convertida en hielo,
el agujero negro se llena de pánico, el suelo se encharca.
Y ella corre, corre lejos de mí.
Ahora mi piel es algo terrible que se derrite,
y mi cuerpo deformado me hace inclinarme con vergüenza.
La bestia del odio aprende de las lágrimas.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Me asusta el mundo entero,
respirar, estar viva.
Esperar, ser. Tengo miedo de las voces.
Me estoy agarrando a esta canción
como si el suelo estuviera a punto de hundirse.
Todas las promesas que guardé en el puño
se han convertido en polvo y en sudor.
Temo al tiempo caprichoso,
a los kilómetros que queman,
y a jugar a la ruleta rusa con la soledad.
Siento que pierdo el equilibrio
y me aterran los contornos de lo que veo
si entreabro los ojos.
Siento pánico de esta manía obsesiva
que está creciendo en mi pecho confuso.
Y me piden que siga siendo
este ratón asustado.
Que la nube se vuelva cada vez más negra.
Me obligan a lanzarme a la locura
y su abrazo inevitable.
Inspira la cordura que aún queda aquí dentro
esa bestia que existe dentro de mí
dando vueltas con las manos en los oídos.
Que no terminen los relámpagos ni el aullido,
me aterra existir.
Y vosotros me obligáis a ser amante y ermitaño,
soldado y viento, voz y muerte, furia, agua,
sombra, alegría y suicidio.