lunes, 16 de noviembre de 2009

Perdiendo los contornos.

Es complicado intentar explicar algo demasiado real con palabras abstractas. Que hay veces en las que los acontecimientos nos hablan demasiado ALTO, y demasiado CLARO, creo que no tiene otra forma de explicación.

A veces profundizamos en nuestra propia vida, en nuestro propio ser, por llamarlo de alguna forma, e intentamos medir, de alguna manera, el nivel de calidad que estamos tratando hasta el momento. Creo que algo en mi ha hablado al sentir esto, en forma de frustración, al mirar el medidor, y darme cuenta de que falta algo, de que podría exigirme más. Más vida. Más ganas de perder el equilibrio. Más fuego en mis arterias. MÁS yo.

Hace poco elegí una nueva vida, nuevos enfoques. Primero jugué, y jugué hasta el punto de hacerla cierta. Y sonreía. Elegí eso, y eso obtuve.

Supongo que esa es la mágia del ser humano. Sabemos llegar a las metas aunque nos guste jugar a que lo hemos olvidado.



Pero ahora algo vuelve a hablar, y a ponerme a prueba.










¿Hora de rozar el límite?

















Y mi último poema... sí, volviendo un poco a los orígenes.








Me arranqué por un beso tuyo, por tu tacto,
me comprimí en un vacío, por tus huellas,
perdí la vista, perdí la noción del espacio.
Por tu aliento, he tumbado dioses.

He creado universos, los dejé en tu ventana,
grité hasta que me escuchaste entre mil rostros,
entre mil garras, mil fuegos,
grité hasta sentir tus ojos en mi alma.

Y solo me queda este verso, este trapo sucio,
para demostrarme que me quisiste,
SOLO me quedan palabras, solo me queda mirar
la perfección en el horizonte,
la perfección que ayer tenía entre mis dedos.

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