sábado, 15 de enero de 2011

Los cristales se iban levantando del suelo a mi paso emitiendo toda gama de colores, lo que daba una imagen totalmente distinta a la situación en la que antes me encontraba, y el oscuro sendero del bosque que llevaba días recorriendo fue cambiando por un suelo artificial, como un mármol antiguo recubierto de esos cristales. ¿Qué pasaba? Eran como plumas, y si deslizaba mi mano sobre la superficie, los cristales, pesados fragmentos curvilíneos, se removían en el suelo en pequeñas hélices, desafiando cualquier ley física.
En un determinado momento, todos los misteriosos fragmentos comenzaron a seguir una misma dirección, y ante mi rostro de sorpresa, una gigantesca esfera de cristal fue formándose en mil tonos distintos. Miré al suelo, y sólo quedaba mi reflejo en el extraño mármol. ¿Yo? no era yo, era... Volví a subir la vista, y allí estaba la esfera, manteniéndose en inexplicabe ingravidez. Era... lo sabía, ¿por qué no podía decirlo cuando llevaba tantos años buscando esta reliquia?... ¿reliquia?
Todos mis pensamientos empezaron a volverse confusos, necesitaba tocar esa cosa, éso... ¿qué era éso?
Caí al suelo y casi por instinto cerré los ojos. ¿Qué era ese olor? un ruido terrible, y una mezcla de aromas, tan intensos como jamás había sentido que me recorrían de pronto. Giré la cabeza hacía los lados, aún con los ojos cerrados, intentando buscar la fuente de ese olor.
Decidí superar mi miedo, y al abrir los ojos me encontré de bruces con un lobo de pelaje rojo. Un... un, era un lobo, sí. Todo alrededor estaba lleno de cristales rotos. Instinto, peligro.
Sin pensarlo dos veces me incorporé sobre mis patas delanteras, las traseras. Y huí de ese extraño lugar.

2 comentarios:

PierroT dijo...

Es que eres muy lobo :)

Aquamarine dijo...

Extraño lugar sin duda, enigmática entrada, me ha gustado n.n ... te dejo un saludo desde muy lejos!