miércoles, 24 de octubre de 2012


Aunque yo tenga otras voces,
o manos de sangre, o inocencia nueva,
este es mi grito.
Aunque mil labios repitan la palabra,
o los latidos recuerden,
o el polvo nos una en el gran comienzo.
Mi grito esparcirá sus ecos
en la nada mecida por el aire.

Ser poeta es no morir,
aunque desaparezcan las palabras
o ardan los libros.
Porque no existen los idiomas,
porque no termino al final de este verso
o de esta piel.

El poeta recuerda la unidad,
y la odia, porque ya no existen cadenas
que le aten a su parte humana.
La ama porque puede ser libre
uniéndose al humo que escapa
de una chimenea cercana;
o a una forma conocida en una nube.

Cuando se olvidan las formas
y el poema simplemente se vierte en cualquier parte,
todas las personas son paz, los paisajes quietud.
Si no hay formas que separen,
el poeta, que está solo,
ya no está solo nunca más.
Porque en la más absoluta soledad,
el amor se expande como una esfera
que tiene su origen
en todos los rincones del universo.

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